martes, 24 de mayo de 2011

Alberto Cavalieri . Escultor del metal

Desde sus inicios en la escultura, que se concretan ahora en esta primera exposición individual, el joven Alberto Cavalieri no ha escogido la vía más fácil: de frente, ha optado por la producción artesanal,  y el formato monumental.  Hoy día, estas dos características constituyen de por sÌ un mérito.  Desde luego, no son sin embargo suficientes para reconocer a un artista detrás de un brillante hacedor.  Pero en Cavalieri, no faltan ni la calidad de ejecución, ni el sentido del volumen y del espacio.  Tampoco faltan la libertad en la creación de formas, la audacia, el sentido del riesgo y la sensibilidad hacia los materiales.  Alberto Cavalieri no se ha equivocado al evitar las soluciones de menor resistencia: los resultados están a la vista, y sus piezas contienen todos los elementos de futuros y prometedores desarrollos.

Cavalieri ha establecido de manera contundente su relación con el espacio y con la materia, una relación directa, cuerpo a cuerpo, sincera.

El espacio habitado por cada escultura es amplio y vibrante, ha sido conquistado por el hierro punzante, que parece arrancarse de sÌ mismo para prolongarse, de manera orgánica, en esos lazos, esas cintas que forman la anatomía de la pieza.

La materia es el hierro, con un recio acabado oxidado de hermosos tonos rojizos y marrones y de texturas rugosas.  Este hierro consiste en un lazo de base cuadrada que el artista parece estirar, que retuerce sobre sÌ mismo para con él dibujar en el espacio, dejando al volumen menos consistencia que al espacio mismo.  Al final, reina la transparencia.

Este concepto de escultura abierta ofrece al artista la oportunidad de volver a plantear, desde su propia vivencia como creador manual de sus piezas, desde la tradición de la contemporaneidad, problemas fundamentales de este arte.  Cavalieri experimenta como se puede desafiar la dureza del material hasta doblegarlo (en el sentido propio y en el figurado) , jugando con su nueva flexibilidad y ductibilidad, para hacer metáforas de nudos gordianos y cintas de Moebius, proponiendo así un reto no solo para la vista, sino también para el espíritu.  Asimismo, enfrenta de manera personal el equilibrio de cada escultura, a partir de un mínimo punto de encuentro entre la obra y el suelo, o la obra y su base.  Resuelve este equilibrio tanto con intuición y sensibilidad como mediante su dominio técnico: gracias a eso, su arte se mantiene ajeno al puro virtuosismo, a pesar de lo arriesgado de ciertas propuestas.  En algunos trabajos el uso conjunto de la madera en el pedestal macizo y del hierro en la figura aérea crea un contraste-alianza de densidades, texturas, colores, evocadoras de la complementariedad necesaria entre la naturaleza y el trabajo humano.

Dentro de la abstracción que las define, varias piezas dejan vislumbrar, sin embargo, alguna referencia objetual: es el caso de los hierros " tejidos " que llegan a formar una especie de tela con trama y urdimbre resueltas en volúmenes, Lo mismo ocurre con la forma enroscada del alambre de púas, tan agigantado en su escultura, que llega a perder su parentesco directo con el modelo, y se vuelve puro volumen abstracto.

Hay una gran calidad táctil, además de visual, en las esculturas de Alberto Cavalieri, en las cuales el esmero técnico en el lento y difícil oficio del escultor, el conocimiento del material y de su comportamiento, dejan abiertas unas pequeñas brechas para leves imperfecciones: pequeños accidentes, irregularidades en los planos, las aristas, el acabado, que revelan de hecho la sofisticación y el dominio alcanzados ya por este joven.  Sabe integrar de tal forma los " defectos " a cada obra, que logra expresar a través de ellos esa impronta humana, ese hálito de autenticidad que identifica al verdadero artista.

Federica Palomero 1 enero 96.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Cinco escultores venezolanos del Siglo XX

Grandes obras en bronce en la Galería D`Museo

Cinco escultores venezolanos que desarrollaron su trabajo en bronce durante el Siglo XX, se reúnen con algunas de sus obras fundamentales en la exposición que este domingo 28 de septiembre se inaugura en la Galeria D´Museo, a partir de la 11 de la mañana.

Una selección de 22 esculturas en diversos formatos, de los creadores Harry Abend, Manuel de La Fuente, Francisco Narváez, Carlos Prada y Cornelis Zitman, conforman esta muestra que bajo el título “Siglo XX: Escultura en bronce”, rinde homenaje al talento de estos destacados artistas, y además presenta a las nuevas audiencias el legado cultural de quienes constituyeron la columna vertebral de la historia de la escultura en bronce en Venezuela durante el siglo pasado.

A juicio del investigador y curador de arte, Nicomedes Febres, en la cultura occidental se presentan períodos breves de gran vitalidad y de decaimiento para el arte escultórico en bronce, del cual no escapa nuestra trayectoria pues en Venezuela es un arte de difícil producción.

“La iconografía bolivariana, de la cual la historia venezolana ha hecho casi una religión, fue desarrollada por los escultores italianos del siglo XIX. Dos brillantes escultores a finales del siglo XIX, como lo fueron Eloy Palacios (1847 - 1919) o Andrés Pérez Mujica (1873 – 1920), fueron artistas académicos y su obra estuvo dedicada al trabajo monumental de corte histórico, estando signadas por los encuentros y desencuentros políticos de la época, y por sus permanencias en el exterior, por lo que debemos considerarlos como creadores del siglo XIX. La generación siguiente careció de escultores en bronce, salvo algún pequeño trabajo de Pedro Basalo o de otro artista aún menor”.


A mediados del Siglo XX se proyecta con gran vitalidad la obra de Francisco Narváez, otorgándole a la escultura en bronce un “cariz nacional” con las figuras mestizas que reflejan nuestra identidad en las obras urbanas realizadas en parques y plazas, y su posterior evolución artística cuando abandona la visión figurativa para introducir la “escultura abstracta en Venezuela, la cual llega en un período posterior con sus macizos volúmenes cortados y bruñidos desde la piedra cumarebo o las maderas previamente esculpidas que luego son llevadas al bronce”, como lo expresa Nicomedes Febres en el texto que acompaña la presente exposición en D´ Museo.

El escultor figurativo de origen holandés Cornelius Zitman, llega al país en la década de los 50, definiendo en su obra una visión particular del arquetipo femenino venezolano con sus mujeres desnudas, redondas y sensuales, de las cuales se mostrarán tres obras realizadas en los años 70.

Cinco esculturas de Manuel de la Fuente, artista oriundo de España quien llegó al país en 1958, se exhiben con su sello hiperrealista, y evidencian su preocupación por el devenir del hombre contemporáneo con la serie de Las Multitudes, donde pone en relieve el hacinamiento que se produce en nuestras urbes y cuestiona su desarrollo. “De la Fuente representa centros comerciales, medios de comunicación, productos de consumo, medios de transporte donde el actor es la multitud compuesta por hacinados consumidores que pierden su individualidad en el colectivo”, comenta Nicomedes Febres.

Por su parte Harry Abend forma parte de esta muestra, por ser uno de los escultores más importantes de la historia del arte venezolano. Nacido en Polonia, ha desarrollado toda su trayectoria como artista venezolano a partir de 1958, ganando el Premio Nacional de Escultura en 1963. Desde comienzos de los años 80, Abend ha realizado una “obra de gran calidad y fuerza a partir de volúmenes tallados en madera en su búsqueda de formas redondeadas y orgánicas que luego son fundidas en bronce sin que el ochavado pierda la rotundidad del gesto y debe ser considerado un precursor del minimalismo en nuestro país”.

Cierra el listado de artistas el escultor Carlos Prada, Premio Nacional de Escultura en el año 1966., cuyo trabajo en bronce refleja la relación del hombre y la máquina. “Bien sea en sus esculturas monumentales como la de la Universidad Simón Bolívar, así como en las de pequeño formato, la temática es la misma, aún cuando pareciera cambiar en la pátina o la flexibilidad del cuerpo. En los personajes de Prada, el individuo prevalece sobre la multitud y la máquina puede simbolizar desde una apología al progreso hasta un riesgo que puede alienar al hombre por su dependencia hacia la tecnología”, apunta Febres.

La exposición “Siglo XX: Escultura en bronce” podrá ser apreciada del 28 de septiembre al domingo 2 de noviembre, en la Galería D’Museo, ubicada en la calle California, entre Mucuchíes y Perijá, Edificio Sonora, P.B., Las Mercedes. Los horarios de la muestra al público son los lunes de 3:00 a 6:00 p.m.; martes a viernes de 9:00 a 1:00 p.m. y de 3:00 a 6:00 p.m., y los domingos, de 11:00 a.m. a 2:00 p.m. Cerrado los sábados. Mayor información puede solicitarse por los teléfonos: 993.1798 – 993.8402
Del 28 de septiembre al 2 de noviembre de 2008

Galería D'Museo
Calle California, ente Mucuchíes y Perijá, Edificio Sonora, P.B., Las Mercedes. Caracas, Venezuela
Telefax: (58)(212) 993.1798 – 993.8402
Fuente: Marisela Montes

sábado, 24 de noviembre de 2007

Esculturas en cemento y metal. Ensamblajes de Mairyseth Vargas

Mairyseth Vargas, Acople
Entre los jóvenes escultores venezolanos nos encontramos con los ensamblajes en cemento y metal de la escultora Mairyseth Vargas, con  formación Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas y en el Instituto Universitario de Estudios Superiores en Artes Plásticas Armando Reverón, en donde obtiene con honores la Licenciatura en Artes Plásticas, Caracas (2007). Se ha especializado, a su vez,  en el área de Soldadura Universal en el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), Caracas (2001-2003), certificándose como Soldador en el Proceso SMAW en Petróleos de Venezuela (PDVSA-CIED) (2002).

A continuación algunos textos sobre su obra:

Mairyseth Vargas, Ciudad Ajedrez
La materia definiéndose en la fuerza dispuesta en el plano como volumen, de la superficie cruda y la combinación de materiales, el concreto y el metal, la disposición de la línea que dibuja, estructura y proyecta el espacio. Lo geométrico, lo mínimo de accidentes, lo limpio del código, plantean una realidad concreta para una arquitectura, para un mundo urbano, para una poesía del silencio, el vacío protagonista en el bloque, la masa desafiando sus límites, la moldura, el material se libera para una acción definitiva de la idea y la idea se hace hermética en un espacio críptico, lo constructivo de una manera muy particular hace transposiciones de plano, espacios interiores y los vértices entre el cemento y el hierro contraen la escultura a una acción concéntrica, para que emerja la dilatación del espacio y así ver una propuesta con experimentación y de lenguaje despojado de anécdotas, colocándola en las nuevas referencias de la abstracción. (La materia definiéndose. Por Guillermo Abdala, 2006).
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Mairyseth Vargas es escultora por formación, pasión y talento, y es su imaginario sobre lo tridimensional el que se expresa -y traza- en el ámbito de la gráfica o la fotografía o el dibujo sobre pared (instalación). Uno de los rasgos que más llama la atención en la obra de Mairyseth es su portentosa y renovada versión de nuestra más sólida herencia de la escultura moderna, así como de los grandes maestros de la abstracción. En las esculturas de Mairyseth Vargas, encontramos algo hoy no frecuente, la pasión de un artista por los grandes volúmenes. Mairyseth es, sobre todo, una escultora en el sentido tradicional del oficio, que asume su labor con todos los retos de aquello que podríamos llamar “lo masculino” de la escultura, que utiliza metales u otros materiales, siempre  duros, y pesados: el asombroso y mítico trabajo del soldador y el herrero. (Cuando pensamos lo mirado, María Elena Huizi, 2007)
  
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Mairyseth Vargas, Métafora Urbana